“Una certificación no quiere decir que está todo bien, sino que alcanzaste a un mínimo”

“Una certificación no quiere decir que está todo bien, sino que alcanzaste a un mínimo”

Ernesto Godelman, presidente de CeDePesca, analizó el proceso de certificación de la pesquería de langostino en aguas provinciales y nacionales. Las falencias y los puntos favorables de ambas. “Las pesquerías certificadas no son perfectas”, resumió el ambientalista quien anticipó el ingreso a una etapa de evaluación plena.

CeDePesca trabaja en proyectos de mejoras para lograr un estado certificable de las pesquerías de langostino bajo parámetros del MSC desde hace más de cinco años. Además del langostino, iniciaron procesos similares con la merluza negra y la merluza común para las empresas congeladoras. En una etapa más incipiente trabajan con el mismo objetivo con la Cámara de Armadores Fresqueros de Altura y están por iniciar el proceso del pez palo, para una empresa que exporta a Australia. En el caso del langostino, trabajan con 8 empresas en la pesquería de Chubut y con 23 empresas en la pesquería de aguas nacionales.

REVISTA PUERTO: ¿De qué manera CeDePesca trabaja en estos procesos?

ERNESTO GODELMAN: En lo primero que ayudamos es con la preevaluación de las pesquerías contra el estándar del MSC. En nuestro equipo somos unos 30 profesionales en total trabajando en los distintos proyectos no solo de Argentina, sino que también tenemos personería jurídica en México, Brasil, Perú, Chile y Panamá. Somos consultores técnicos autorizados por el MSC. Esa preevaluación sirve para definir debilidades en la línea gruesa y diseñar un plan de trabajo para superarlas. Cuando el plan de trabajo se va ejecutando, llega un momento en que la diferencia entre lograr o no lograr la certificación es muy fina. Es un sistema de puntajes, de 0 a 100, donde hay 80/90 indicadores. Ninguno puede estar en rojo, por debajo de 60 puntos, aunque el promedio te debe dar 80 puntos. Cuando llegamos a esa zona en la que hay que hilar muy fino, preferimos que ese trabajo lo haga la empresa certificadora autorizada, que continuará luego con la evaluación plena.

RP: ¿En qué estado se encuentra hoy el proceso de certificación?

EG: Es importante subrayar que no se ha iniciado aun un proceso de certificación. Estamos en un proyecto de mejoras, previo a un proceso de certificación. La situación no es muy diferente a cuando emitimos aquel comunicado semanas atrás en el que resaltábamos las medidas que se habían tomado y se cristalizaron en la Resolución 9 del CFP. Se han logrado avances, pero aún no tenemos un Plan de Contingencia y, como lo quieren aprobar por unanimidad, todavía demorará un poco. Para abordar el tema del bycatch en aguas nacionales, hemos donado una videocámara submarina y un juego de luces led que se colocarán en un buque tangonero congelador sobre el final de la temporada. La idea es ver si las luces producen un efecto de espantamiento de peces como ocurre en otras pesquerías. Y con la videocámara podremos entender el comportamiento de las dos especies bajo la presión del arrastre y de ahí puede surgir alguna técnica de mitigación del bycatch; no necesariamente un dispositivo de selectividad.

RP: Nota un aceleramiento en la temporada?

EG: Estuvimos con los investigadores del INIDEP y ellos notan un cambio de conducta, que el recurso se concentra más hacia el norte, pero de todas formas hay pescado… Creen que en volumen pescado será un año similar a los anteriores. Puede haber cambios espaciales, pero no en la abundancia, eso es lo que perciben. El langostino no solo se mueve por el esfuerzo pesquero sino también por variables ambientales, temperatura, salinidad. Con el tiempo se podrán entender mejor estos cambios.

RP: ¿Cuáles son los principales obstáculos que hoy tiene la pesquería para certificarse?

EG: Hoy estamos en una situación límite, como en el borde entre estar listos para la certificación y no estarlo. Hace más de 5 años que venimos trabajando y se han logrado avances. Con las últimas medidas adoptadas en el CFP, junto con el cuidado del bycatch, que no puede superar el 20% y el control más estricto en el peso de los cajones y otros aspectos en los muelles, ha avanzado bastante en aguas nacionales. Hay cosas por mejorar aún, pero habría que ver si en el promedio que se requiere no estamos ya en condiciones de avanzar aún más. Uno de los temas de mayor interés es que el estándar requiere niveles mínimos de intercambio de información entre distintas jurisdicciones que operan sobre un mismo stock. Hay algunos cortocircuitos ahí que veremos cómo son evaluados.

RP: ¿Entre los obstáculos está el problema de la falta de observadores y el bycatch?

EG: Un obstáculo sería un indicador en rojo y en este momento esos aspectos no implican esa situación, no dan para indicadores en rojo, por debajo de 60 puntos; pero si para un amarillo, entre 60 y 79 puntos. Necesitás que el promedio del grupo de indicadores sea de 80 o más. Tenés indicadores del 60 y podés promediar con otros que estén en 100. Pero aunque el promedio llegue a 80, los indicadores “en amarillo” después de lograr la certificación hay que seguir mejorándolos.

RP: ¿Y el langostino qué tiene en 100?

EG: La Ley Federal de Pesca y el sistema general de gestión del país tienen puntajes altos; en la pesquería de langostino de Rawson prácticamente el bycatch de ninguna especie supera el 5% y eso genera también puntajes altos en algunos indicadores. Son situaciones puntuales. El proceso de trabajo va dejando registro de cómo evoluciona, de cómo pasan algunos indicadores de rojo a amarillo y de amarillo a verde. No tenemos ninguno en rojo. Por citar un ejemplo, antes teníamos uno en Rawson, que era la falta de reglas de control de la captura. A partir de la Resolución 6 de 2019 se establecieron esas reglas de control donde establece a partir de que CPUE (N de la R: Captura por Unidad de Esfuerzo) se puede abrir o cerrar las zonas, el porcentaje de bycatch y de juveniles admisibles.

RP: ¿Que el INIDEP haya advertido que había caído la biomasa es una luz de alerta?

EG: Es una luz de alerta, claro, pero ahí tiene que definir la certificadora como lo considera. Mi opinión personal es que tal como está diseñado ese punto que definió el INIDEP, 40% debajo del promedio de biomasa de los últimos años, resulta análogo a un punto de referencia objetivo, porque si vos estás encima de eso no tenés que hacer nada. Cuando bajás de ese punto ahí sí hay que tomar medidas: lo que acá se llama “plan de contingencia”, pero eso no significa que tenés que cerrar la pesquería, sino que hay que reducir el esfuerzo. Probablemente haya algún otro punto que todavía está sin definir debajo del cual ya sí habría que cerrar la pesquería. Ese sería el punto de referencia límite, y este que definieron sería un punto de referencia objetivo. Si lo miramos así, el stock estaría por encima de ese punto y, por lo tanto, aun estaría saludable y su estado recibiría 80 puntos, pero quien definirá ese puntaje es una empresa certificadora, no nosotros.

RP: La pesquería todavía no tiene un plan de manejo. ¿Qué implica para el proceso?

EG: En ese caso consideramos que, como mínimo, hay medidas implícitas de acción en caso de baja de abundancia, lo cual podría tener como mínimo 60 puntos, pero todavía no hay medidas explícitas predefinidas que permitan subir el puntaje. En eso se debe trabajar. Tengo entendido que la intención es tener un plan el año próximo. Por otro lado, y este es otro punto que tiene que dilucidar la certificadora, el INIDEP hizo un informe técnico recomendando una serie de CPUE límites mensuales. En la Resolución 9 del CFP habilita que la apertura y cierre de las zonas de pesca considere la CPUE. Eso es un avance importante. En mi opinión eso es un punto límite también, es una especie de plan de contingencia; una medida predefinida, pero la certificadora debe dilucidar si lo puede considerar así. Entonces, como ves, hay situaciones que dependiendo como la certificadora lo evalúe suben o bajan los puntos y, por lo tanto, puede que los promedios den bien o no.

RP: ¿El tema de los observadores en qué nivel de cumplimiento está?

EG: Es otro tema que la certificadora debe definir. Por contrapartida a la baja cantidad de observadores, se da la situación de que la flota ha operado siempre junta. Espacialmente no hay muchas diferencias en los registros de datos. La situación es la misma para todos. Hay pesquerías en las que te dicen que si la cobertura es menor al 20% no sirve la información, es poco representativa. Acá es mucho menos del 20% pero al operar la flota en un mismo espacio, podría considerarse la información representativa. En el caso de aguas nacionales, tenemos observadores en conjunto con la Universidad de la Patagonia, en barcos fresqueros, y esos datos se proveen al INIDEP para ayudar con un poco más de cobertura.

RP: ¿Cuándo esperan que se determinen todas estas cuestiones?

EG: Recomendamos que se empiece ahora. Son todas estas definiciones que están en el límite como te comentaba antes. Una certificación no quiere decir que esta todo bien, sino que llegaste a un mínimo. Después hay que seguir trabajando y mejorando. Observadores, el plan de contingencia… de hecho hay pesquerías que se han certificado sin un plan de contingencia. No hay pesquerías perfectas pero el punto es ir resolviendo los problemas que faltan. Y se compensan con cosas buenas, positivas como el indicador de estrategia de captura. Evidentemente por los niveles de abundancia que se mantienen, se demuestra que la estrategia es buena. Hay una mayor capacidad de pesca, pero está controlada con las medidas que se van adoptando.

RP: ¿Qué es lo que se viene para los próximos meses en el proceso?

EG: Nuestra recomendación ahora, aceptada por los socios del proyecto costero, es ingresar en una evaluación plena por una certificadora autorizada. Que ellos definan en qué estado estamos. Estamos negociando ahora con esas empresas el tema precios, formas de pago. Nos complica la manera de pagar por el tema de la falta de dólares ya que el Banco Central no autoriza giros. Hay problemas extra pesquería que nos demoran. Este proceso tiene una primera etapa, saber dónde estamos parados, y se demora entre tres y cuatro meses. Ahí se emite un informe confidencial que les permite a los socios y futuros clientes de la certificación definir si siguen con la evaluación plena o si continúan con el proyecto de mejoras de acuerdo al resultado. Puede que el resultado no sea el mejor, pero aun así sería una herramienta valiosa para conversar con las autoridades y corregir lo que puede faltar. Vamos a proponer hacer lo mismo con la certificación en aguas nacionales. Hacer las dos en simultáneo. Que se revelen las debilidades de cada sector. La primera etapa de una evaluación plena es una preevaluación pero más profunda, intervienen tres profesionales, uno por cada principio de evaluación: estado del stock, impacto en ecosistema y el tercero, sistema de gestión.

 

Entrevista realizada por Revista Puerto.

Foto: Roberto Garrone